viernes, 30 de noviembre de 2007

El regreso

Volver a las aulas después de unos días me costó, como cuando el aire te falta porque la cuesta es pronunciada. La escena de llegada es siempre la misma, como una película que se empeña en regresar al mismo cuadro luego de transcurridos los primeros minutos: mis compañeros alrededor de la mesa de la sala de profesores cada uno con sus preocupaciones y sus problemas. Las mismas caras. Conozco cada uno de sus tics, y hasta adivino las palabras que brotarán de cada boca que se abre. Vi bocas. Ninguna palabra me sorprendió esa mañana. Estamos todos enfermos. En cuanto me dije esta certeza no aguanté y me fui de la sala.
Pero al avanzar la semana me encontré con los chicos, sus abrazos: "La extrañé, profe.", "¿Estuvo enferma?", "¿Qué tenía?", " No se acelere profe y cuídese.", "Nosotros nos vamos a portar bien, profe", "¿Está mejor, profe? Y sí, en ese momento ya estaba mejor.
Ayer se jubilaron dos compañeras de la otra escuela, una, una madraza de las que acarician y dan consejos. ¡Qué alegría tenía! Bailó y bailó como nunca la había visto. Nos abrazó a todas, me dijo de que conmigo hubo una conexión especial y que nunca me iba a olvidar. -¡Guau! - me dije.
La emoción me fue ganando. Mi otra compañera, ahora ex-directora- contó que comenzó siendo maestra rural, que cuando bajó del colectivo en un pueblito polvoriento con su reciente envestidura de "Maestra", se sintió la mujer más importante del mundo, que por fin podía hacer lo que siempre había soñado. Y lo dijo así, como si nada. Como si fuera lo más común del mundo. Y supe que bien o mal compartíamos el mismo sueño. Y como ella dijo, "con mis aciertos y desaciertos", se entregó a la profesión. Y ahora entiendo el cansancio de sus últimos años, y me reconcilió con los choques generacionales que hemos tenido. También bailó como nunca la vi. Estaba radiante. Y me alegré.
La abracé largamente cuando me iba, y me dijo: " Sabe dónde estoy, y estoy a su disposición para lo que necesite." Y me fui llorando.
Sí, comprendí. Todo. Inclusive el despliegue y la preocupación porque todo el homenaje fuera perfecto. Debía ser como fue. Un maestro merece respeto.