jueves, 22 de noviembre de 2007

¿Alguien tiene la receta? Se la encargo, no quiero morir en el intento.

Me encuentro desde hace unos días con licencia porque el cuerpo dijo basta - también mi cabeza, pero de eso me di cuenta después cuando logré conciliar el sueño nuevamente-. Me refiero a sueño de cerrar los ojos con tranquilidad y dormir, sin estar pensando en una nueva idea para llevar a cabo, o que no hice algo. Hablo también de tener sueños, esos que la gente suele contarte, cada vez con menos frecuencia. Y por extensión de los otros.
"¿Y de sueño cómo andamos?”, preguntó el médico, lo repitió. Iba a hacer un chiste, pero colapsé. Fui porque estaba cansada y me di cuenta que casi no dormía desde hacía meses. Y me dio bronca y reparé en que espero algo más de esta vida y que no quiero enloquecer. Se ve que necesito que la energía que le pongo a las cosas de algún modo me sea devuelta, porque simplemente descargo baterías y volver a cargarlas lleva un tiempo largo y a veces las vacaciones no alcanzan.

¿Cansada? ¿De qué? De sentirme presa de tratar de ser cada día más efectiva en mi trabajo, que el porcentaje de alumnos que aprueben sea mayor, de ser valorada por los colegas, de que los directivos comprendan que tirás del caballo, desde tus convicciones, pero que tirás y te dejen. Pero tus colegas te miran raro cuando emprendiste algo distinto y alejado de lo planeado. Y, sí, es difícil; las miradas de los otros en tu laburo es algo que no es fácil bancarse en una escuela formal, donde el directivo te dice que lo más importante en esa escuela es lo que se hace desde el área técnica, y no desde la humanística. Y vos das Lengua y Literatura. -"No debemos olvidar que ésta es una escuela técnica". ¡Y VOS DAS LENGUA Y LITERATURA! Que unos días después de esta charla, la misma persona, permite una campaña del Opus Dei, dentro de la escuela. ¿CÓMO? ¿NO ES HUMANÍSTICA, PERO SÍ CONFESIONAL? ¡Porque si es así debo cambiarme de establecimiento ¡urgente¡, nunca trabajaría para una escuela confesional porque no pertenezco a ninguna religión.
¿Cansada? ¿De qué?

De que en tu "espacio" de trabajo se den conversaciones tan absurdas, como necias. Cuando no egoístas y plagadas de estupideces. Cuando el enemigo es tu colega de al lado que de a poco orada alguna fosa. Cuando los directivos muestran diferentes caras, según sea la persona que tienen enfrente. Cuando existen poderes entre las sombras. Cuando hay gente conspirando, porque tienen una vida así de chiquita y estúpida, tanto, que se afanan en intrigas palaciegas y habladurías. Aburridas de la vida y con la lengua demasiado larga. ¿Cómo te sentirías si después de 20 años de docencia, te siguen pasando las mismas cosas?

En otra de las escuela en la que trabajo, el directivo me dijo que no está de acuerdo con el blog de clase que tengo con mis alumnos porque a ella no le gusta la cultura del ciber. En vano fue explicar que lo que hago es enseñarles que el ciber sirve también para estudiar y no sólo chatear y jugar a los videojuegos. Que si no compran libros al menos les facilito otras herramientas para trabajar, precisamente, porque están todo el día en el ciber. Pero no hubo caso. No lo comprendió. ¿Cómo se llama eso? A raíz del episodio anterior, me sentí una basura que hay que tirar por la puta borda. La manzana podrida que hay que apartar.

No pretendo aplausos, ni manifestaciones públicas, ¡NO! Con semejantes antecedentes, ¿qué autoridad tiene el que felicita? No quiero eso, sólo un poco de la consideración que merece cualquier persona. Que te faciliten el camino y no te pongan piedras.

Supongo que muchos docentes se sienten como hoy me siento y me he sentido muchas veces en mi vida. No es fácil para alguien que tiene espíritu creativo, que lo hagan sentir como bicho raro. Que te hagan sentir que tu trabajo no sirve, que falten el respeto a los alumnos, y por ende, a los profes que trabajan con ellos, todo el tiempo. Que nunca recibas una palabra de aliento, sino críticas que sólo revelan que nos les interesa dicho trabajo. Que ni siquiera se dignen a visitar los stand de una feria impuesta por la misma dirección escolar. Porque los alumnos saben que el trabajo que realizaron no les importa a las autoridades, porque a ellas sólo las moviliza cumplir con lo que el Ministerio impone. No importa si en medio hay personas. Autoridades, que después se preguntan porqué fallan Las Jornadas de Puertas Abiertas.
Escuelas donde se les piden a los alumnos que se traten como personas, y los alumnos son un número - ¿cuántos aprueban? ¿cuántos repiten?-. Escuelas donde se les pide a los alumnos que no roben celulares, mientras en ellas reina la corrupción. Donde se estafa al Estado provincial con agentes que trabajan menos horas de las que les corresponde y por las que se les paga puntualmente, pero que rasgan vestiduras y alzan sus voces pidiendo Justicia cuando en algo se les perjudica. Que el dinero de algunas cooperadoras desaparece porque el tesorero pagó una cuenta personal, o la Presidenta tuvo un apuro económico. Cuando se necesitó sacar del fondo de la escuela para hacer algún regalo a un directivo, cuando se jubiló tal… cuando se les ocurrió algún mamotreto inútil, monumento fehaciente de mal gusto y poco funcional. Que cuando un hecho de estos se denuncia, se mata al cartero no al que comete el delito.

¿De qué estoy cansada? De ver a mis colegas despedazándose. De verlos hacerse pupa unos contra todos, y todos contra uno. Igual que los mosqueteros pero por los fines equivocados.

¡Saben por qué nuestros alumnos no nos dan bolilla? Porque son más optimistas que nosotros. Porque es mejor que sea así. ¿Cómo van a querer escuchar a una legión de derrotados? ¿Cómo escuchar a los docentes que piensan que nada vale la pena? ¿Cómo esperar que sigan nuestros ejemplos si abundan los ejemplos desastrosos? Abundan trozos de vida bastante estériles. ¿No nos da vergüenza pedirles que sean más cultos, cuando un grueso de sus docentes son poco menos que brutos? ¿Cuántos leen? ¿Cuántos libros compran al mes, cuando no el al año? ¿Con cuántos libros se nutren para preparar sus clases? ¿Cómo lograr resultados si olvidamos la pasión? O lo que es peor, ¿si ya no tenemos pasión?¿Si a los gobiernos no les importa la salud de los docentes?

Lo siento por aquellos que siempre se capacitan y se atreven a vivir de otra manera, seguramente sus alumnos los recordarán para siempre. Pero debemos admitir, por mucho que duela, que muchos hemos sido derrotados y hemos muerto en buena fe.

¿Alguien tiene la receta? Se la encargo, no quiero morir en el intento. (Próximamente)